viernes, 16 de enero de 2015

Bloqueo

Soy ese perfecto inconsciente,
enamorado de los defectos,
que echa de menos a su propia cabeza
y se aferra a cualquier desgarro.
Antes moría por imaginar,
ahora, muero por no hacerlo,
Soy ese perfecto ignorante,
que resuelve sus dudas a martillazos,
sin pretéritos malsonando a su alrededor,
organizando el momento de su reacción.

Oscurece, que no es poco,
huele a miedo y aires nuevos,
a minutos de sesenta y uno
con recibo de segundos no gastados,
junto al soliloquio de un yonki literario,
ayudado y buen puesto hasta arriba de palabras,
mientras escucha a su mano crujir,
notando como la droga se oxida,
intentas mantenerla visible,
sueñas, vives y la sigues necesitando,
alivia pensar que pareces ser alguien,
pero vives inmerso en tu exigencia.

Revives, coges el boli y quema.
Los días pasan y arde.
Desquicia, preocupa y arde más.
Necesitas una dosis y estás solo,
lo sabes y no logras encontrar nada,
los estribos pierden cuerda,
el mono se liquida a tu consciencia.
Entonces la luz se enciende,
parpadea a ratos,
y se funde cada dos instantes,
lo notabas y se desvanece,
olfateas cada rincón de tu cabeza,
pero se ha largado apagándolo todo,
no has llegado a volar,
ni a sentir, ni a desbloquear.
Retuerces esos segundos de regalo
intentando encontrar las huellas,
huele otra vez a literatura
y sabes que no tendrá donde escapar.

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