sábado, 5 de diciembre de 2015

Sentémonos a hablar

Sentémonos a hablar. Ocúpate de las cervezas, del Winston y de no-sé-cuantas gilipolleces más. Ahora, por favor, no como en el pasado de antes. Dedícate a hacer todo aquello que me gustaba. Lanza una de tus miradas. Destrózame. Pero oye, con cuidado. No soy de cristal, soy de plástico pero me puedo quemar. ¿Algo más que decir? Deja de abrir las piernas con los ojos. Todo será más fácil si me dejas tocarte. Y no, no dejas que lo haga, adviertes mis intenciones y la banda se cierra de nuevo.

Apaga el móvil. Quiero que me hipnotices. Déjate de tonterías de una vez. Me hartas, me desespero, porque todo sucedía en una fracción de segundo y la otra parte en la que quedaba tiempo, era tu boca. A este paso, no sé que va a ser de ti. Queda mucha tarde, muchas discusiones y pocos frigoríficos. Esos en los que apoyaba tu espalda, cuando... Ya me entiendes, cuando te susurraba las ganas que tenía de follar-nos.

Coge la chaqueta que nos marchamos. Estoy cansado de mi inconformismo, de tus dudas y de la vida. Hoy no sé que es vivir, porque te echo de menos. Vuelves, retrocedes y te escapas. Vibramos con tanta incompetencia aparcada entre nuestros dedos. No paramos de tocarnos en mi conciencia. Me falta decirte. Me duele escucharte. Me traiciono mientras huelo tu perfume. El veneno me sobra y no quiero matarte. Fui guerrero hace tiempo, ahora soy un yonki que no escribe.

Hoy solo me queda un rato. El reflejo en el cristal del metro me traiciona. Demasiados espejos, demasiado asco. Todavía apesto a inconformismo, pasan los días y no hay reencuentro. Es un solo paso. El instante mortal entre tus cascos, mis labios y ese trozo de realidad que se queda en el plato. Muérdeme, que hoy no llevo veneno, hoy solo llevo vida.


Ál. Fdez

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