Quema tanto,
como tu mirada,
como ese rayo,
como esos centímetros,
solo quema.
Arde hace ya tiempo,
se va con el aire,
se lo lleva el viento,
adormece el momento.
Para ahogar,
despacio y enérgico,
resuelto y fuerte,
secando el silencio,
entre mil llamas,
entre mil suspiros,
entre mil lágrimas,
entre mil sueños…
Cenizas,
de segundos,
de penas,
de besos,
de abrazos,
de recuerdos.
Emerge mi esperanza,
entre estos versos,
tan vivos como muertos,
tan dormidos como despiertos,
absorbiendo ese aire
de autoconvencimiento,
que respira mi mente,
para dejar de estar ausente.
Me asomé al espejo,
buscándome,
sin buscarte,
arañando lo imperfecto,
amontonando arena,
arena de sueños.
Amarga mi ausencia,
pero aparezco,
me encuentro,
y dejé de encontrarte,
mi vida partió sola,
sin recordar
las ramas secas que
atraparon cada noche
los momentos,
mi melancolía,
y tu sabor.
Me asomé al espejo,
aparecía yo,
lleno de vida,
sonriendo,
siendo yo,
siendo sin ti.