Es un día de muchos en el que
no sé qué hacer cuando pienso en ti. Cuando las ideas están indefensas y solo
les queda morir. El bolígrafo no se mueve y se estanca ante el papel. El metro
ya no llama a la inspiración ni a mi imaginación. Las tardes no me cunden
porque no sé cómo escribir. La guitarra no toma las drogas necesarias para
hacer que un cúmulo de palabras haga sentir. Sigue siendo una hora inconexa
entre acentos, puntos y comas. Y al libro de mi mesa le tiemblan las letras por
temor a que no le entiendan. No me quedan historias para ilusionar. En lugar de
impresiones y opiniones yo quería un ensayo para variar. Parece que no sale,
parece que no va a más. Es tan fácil que se torna complicado, porque escribir
no es andar, ni tampoco volar, es amontonar sentimientos y dedicarse a
explotar.
Han pasado los años desde ti y he decidido cambiar. No sé nada. Cuando te marchaste
todo se volvió gris. Aunque la claridad tardó su tiempo en salir. La oscuridad
se resistía a claudicar entre lágrimas, versos sin magia y sin sonrisa. No sé
qué habrá sido de la persona que me enamoró. De si seguirás como siempre o te
dio a ti también por cambiar. Aunque el juego sucio que utilizamos siga
empañando los meses de sentimientos. Ya no echo de menos tu habitual sonrisa de
ojos. Ni los castillos que formamos y no se conquistaron nunca. No, eso
tampoco. Solo me echo de menos a mí mismo. Mis letras con su chispa que tanto
daba qué hablar. Porque esa luz era todo lo que me hacía soñar. Y escribir.
Ahora no sé cómo hacerlo sin que parezca que hablo de alguien. Qué complicado
se hace recordar. Es muy tarde para tanto sentimiento, muy pronto para decir la
verdad. Sigo regalando palabras y sigo esperándolas llegar.
Ál. Fdez
No hay comentarios:
Publicar un comentario